Con el Miercoles de Ceniza iniciamos el camino a la Pascua

Con un templo abarrotado de feligreses San José de la Peña inicia la Cuaresma con la celebración del rito de la ceniza, referido acto se desarrolló el miércoles 25 de feb, y en la eucaristía el Padre Rafael Alvarado nos dijo:
Con la celebración del miércoles de ceniza inicia un largo camino de la Cuaresma hacia la Pascua, la meta de la cuaresma es la Pascua. La cuaresma es el camino, un camino de oración, de escucha de la palabra, el camino de nuestra conversión, según la palabra cada día es un camino de penitencia, un camino de ayuno que se comparte con el hambre de los demás, de los desvalidos”
‘La cuaresma tiene cuatro vertientes: la oración, la penitencia, el ayuno y la palabra”, el Papa Benedicto XVI hace un llamado a que practiquemos el ayuno en la cuaresma. En la cuaresma renovamos la figura de Cristo en nuestro ser, pero ocupamos un corazón sincero, un corazón puro, eso es lo más importante para decir a Dios estoy aquí, vengo aquí”
“La ceniza es la señal de arrepentimiento y se logra una gracia eficaz al compartir la eucaristía, lo más importante en la imposición de la ceniza es que la gente vea la dulzura de los hijos de
Dios, la transparencia de los que brillan en el amor de Dios. Se aplica a las personas mayores de 7 años”

Significado simbólico de la Ceniza
La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.
La sugestiva ceremonia de la ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La conversión no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoración que implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.
"Arrepiéntete y cree en el Evangelio" y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver"

Parroquia Santa Maria Reina

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