Solamente intento cumplir la misión de la Iglesia Católica en el mundo

El padre Patricio, benefactor de los pobres en Honduras


Las ganas de servir y colaborar con el más necesitado, el deseo de ver sobresalir y educar al hondureño más humilde, es el principal reto que adquirió el padre español Patricio Larrosa Matos desde que llegó a Honduras hace 18 años desde un pequeño pueblo llamado Hueneja, provincia de Granada, España, para desempeñarse como párroco de la iglesia San José Obrero de la colonia Monterrey en Comayagüela.

Desde su llegada a la parroquia, el entusiasmo por servir a los demás no se quedó en dar sólo sermones y consejos espirituales a todos los creyentes que domingo a domingo llegaban a la humilde casa de Dios.
El padre Patricio como todos lo conocen, fue más allá y desde hace 18 años emprendió la difícil tarea de recolectar y organizar a entusiastas jóvenes hondureños para que se ayudasen mutuamente para forjarse profesionalmente en la vida.

En 1992 se me acercó un pequeñito y me pidió ayuda para poder seguir estudiando y “yo le pregunté que si él quería ayudar a los demás, a lo que él me respondió que sí, entonces le pedí que buscara más amiguitos” en iguales condiciones que él, por lo que procedí a buscarle ayuda con unos amigos que tenía en España. Así que logre recolectar algunos libros y él los comenzó a repartir a sus vecinos en la colonia Betania. Y han pasado 18 años desde que se me acercó ese jovencito, ahora Denis Mendoza, está en España estudiando un máster en cooperación.

El padre ha impulsado varios proyectos para ayudar a jóvenes.


En la actualidad hay más de 200 jóvenes hondureños que participan en unos 54 proyectos sociales con los que cuenta esta fundación.

Asimismo el párroco ha creado unas 13 guarderías, para menores de seis años, las cuales funcionan en diferentes colonias de la capital y otras partes del interior del país.Además se cuenta con un programa para ancianos, a los que se les apoya con provisiones, ropas o ayuda monetaria.

En Acoes también participan voluntarios de origen español y otras nacionalidades de Europa, quienes vienen por ciertos períodos de tiempo al país y colaboran en las actividades que realiza la fundación humanitaria.

Actualmente hay alrededor de unos siete mil hondureños que son beneficiados en los diferentes programas educativos, humanitarios y sociales que coordinan los jóvenes de Acoes.



PADRE PATRICIO:

“Solamente intento cumplir la misión de la Iglesia Católica en el mundo, que es servir, servir a la gente, porque he tenido el gran regalo de Dios de conocer a mucha gente aquí en Honduras y en otros países que quieren ayudar a los demás”

Además el padre Patricio Larrosa junto a su paisano y colega Ramón Martínez, coordinaron para que unos 20 niños hondureños de escasos recurso y que se encontraban en riesgo social, fueran adoptados por familias españolas.

Tomado de la Diario La Tribuna, edicion del sabado 4 de diciembre: Nota completa: http://www.latribuna.hn/web2.0/?p=215464

El adviento, espera del nacimiento de Jesus

Meditación para el II Domingo de Adviento, 5 diciembre 2010

Is 11,1-10; Rm 15,4-9; Mt 3,1-12


Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: “Convertíos,

porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 3, 1)

“El profeta declara abiertamente que su vaticinio no ha de realizarse en Jerusalén,

sino en el desierto; a saber,

que se manifestará la gloria del Señor,

y la salvación de Dios llegará

a conocimiento de todos los hombres”.

(Eusebio de Cesarea, Sobre le libro de Isaías)

Sal de la ciudad amurallada, de tu propia soledad defendida con ensimismamientos narcisistas. Sal, ponte a la intemperie, donde el viento del Espíritu te traiga la moción de la llamada regeneradora. No te enfeudes en argumentos crónicos que te conducen al subjetivismo fundamentalista.



El  desierto es la imagen más evocadora de la actitud que te corresponde ante la Palabra. Una actitud sin defensa, de tú a tú, ante quien desea ser la relación más transformadora e íntima, que puede llegar a ser de amor esponsal.

Desierto, lugar de la Palabra, del pan del cielo, del agua de la roca. Lugar de la tentación, de la infidelidad y del acrisolamiento de la fe, de lucha y de la victoria. Desierto del corazón petrificado, que gracias a la Palabra, se convierte en carne compasiva y misericordiosa. Ámbito de soledad enamorada, donde se busca la estancia más íntima, que arranca la declaración identificativa: “Señor, Tú eres mi Dios”.

Somos llamados por la voz del Precursor a la conversión, al encuentro con la Palabra en el desierto. Hoy sigue teniendo la misma fuerza aquella voz que resonó junto al río Jordán e identificó a quien venía como Hijo amado de Dios, a quien esperamos a cuerpo descubierto. “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”

Estamos en el segundo domingo de Adviento, ¿te has puesto ya en camino, en la dirección de un cambio de actitud, de la renovación de la mente y del corazón? La salvación es un ofrecimiento universal, acógela, sal de ti mismo y sentirás el gozo de la fecundidad.

“La lectura de la Palabra de Dios nos ayuda en el camino de penitencia y conversión, nos permite profundizar en el sentido de la pertenencia eclesial y nos sustenta en una familiaridad más grande con Dios. Como dice San Ambrosio, cuando tomamos con fe las Sagradas Escrituras en nuestras manos, y las leemos con la Iglesia, el hombre vuelve a pasear con Dios en el paraíso. (Benedicto XVI, Verbum Domini 87)

Parroquia Santa Maria Reina

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